Es posible llevar este estilo de vida por bastante tiempo pero llega el día en que se hace evidente que estamos viviendo fuera de balance. ¿No te ha pasado que has invertido horas y horas de preparación para agradar a otros y cuando llega el momento de la celebración estás tan agotado que no tienes fuerza para disfrutar de su compañía? ¿No te has sentido ansioso y como si estuvieras cargando un gran peso sobre los hombros porque hay muchas actividades compitiendo por tu tiempo? ¿Se ha afectado tu capacidad para dormir, para reír y para recibir con expectativa positiva el regalo de un nuevo día? ¿Se parece tu vida a la de los pequeños roedores que parecen no poder parar de dar vueltas y más vueltas en su rueda? ¿Te encuentras preguntándote a ti mismo cómo es que has llegado a este punto y si habrá alguna manera de detener, o al menos reducir la velocidad de tu propia rueda?
La habilidad de hacer varias cosas a la vez (en inglés “multi-tasking) es grandemente valorada en nuestro tiempo. Nos hemos convertido en expertos malabaristas manteniendo nuestra atención en varias cosas a la vez. Soy una entusiasta partidaria de la eficiencia. Y también creo lo que tantas veces oí de los labios de mis padres: “El tiempo es oro". Pero veo también cómo el hombre moderno ha convertido la actividad en un ídolo, en un fin en sí mismo que le provee un falso sentido de identidad.
También recibimos un bombardeo diario de invitaciones a interactuar con información. ¿Y cuántos de nosotros no hemos caído en la tentación de pasar horas conectados, día a día, en la red cibernética?
Sé de personas que gastan mucho tiempo diariamente poniendo al día su perfil y comunicándose por medio de su “red social". Otros simplemente navegan de un sitio a otro llenando su mente de información que muchas veces no es edificante.
Si pusiéramos atención al ambiente de nuestros hogares, muy posiblemente, descubriríamos no sólo exceso de actividad, sino también exceso de sonidos. Este ruido muchas veces se origina en un televisor que permanece prendido a toda hora aún cuando nadie lo está mirando. En muchos hogares ni siquiera hay reglas establecidas en cuanto al uso de éste y otros medios para la protección de sus niños.
Es importante trabajar y mantenernos ocupados. No hay duda de que los medios de comunicación pueden ser muy útiles. Pero también es necesario que salgamos de las trampas de afán en las que hemos caído. Es imperante que analicemos nuestras vidas para reducir las distracciones externas que dominan nuestro espacio físico, mental y espiritual.
Al asumir un estilo de vida con exceso de actividad y ruido también hemos descuidado la postura de reposar en Dios. Francois Fenelon dijo: “ Cuán raro es encontrar un alma con quietud suficiente para escuchar a Dios."
Dios es un comunicador. Te creó para que vivas en comunión con El. Desea hablarte cada día y darte instrucciones y consejo sabio para todas las situaciones de tu vida. ¿Pero cómo habrá de hablarte si no encuentra quietud ni reposo en ti, si la línea está tan obstruida que no puedes escuchar?
¿Qué te parece si te comprometes a cultivar más las posturas de silencio y reposo en El? Al principio vas a tener que luchar para dominar malos hábitos y costumbres familiares. Vas a tener que resistir al Enemigo de tu alma que quiere mantenerte distraído y desenfocado. Pero te aseguro que vas a ser renovado de adentro para fuera. Las distracciones externas drenan tus energías pero tu reposo en el Señor te traerá nuevas fuerzas. Al tener esta nueva quietud no sólo vas a poder hablar con Dios. También vas a escuchar las palabras de vida que tiene reservadas para ti como su hijo amado.
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